Recomendaciones biopsicosociales para el aislamiento y distanciamiento físico
Tal como sostiene la OMS, una pandemia es una situación en la cual una determinada enfermedad (o mejor dicho, sus vectores), se propagan por diferentes regiones del mundo. Es decir que para prácticamente todas las personas, su propio ambiente se encuentra comprometido.
Debido a esto, es apropiado que existan medidas restrictivas, como las adoptadas oficialmente por la mayoría de los países del mundo, que tienden al distanciamiento físico entre personas (bajo mi punto de vista, mal denominado «distanciamiento social», ya que las personas podrían mantener un estrecho contacto, aunque este no sea en sentido presencial y/o físico) para evitar y disipar los focos de contagio, y por lo tanto ampararnos en aquellos ambientes en los que nos encontremos fuera de riesgo : preferentemente, nuestros hogares.
Pero entre nuestra experiencia de estar viviendo la situación de pandemia, y todo lo relativo y consecuente al confinamiento (encierro) en sí, a nivel psicológico es muy factible que la mayoría de las personas nos auto-detectemos, nos sintamos o actuemos de maneras que nos parezcan poco familiares, dependiendo por supuesto de cuán acostumbrados estamos a este tipo de situaciones, de nuestras experiencias pasadas, de nuestros recursos, de la concepción psicosociocultural que tenemos acerca de la pandemia (y de los conceptos de enfermedad y muerte), entre otros factores.
Basándonos en las características para el Estrés Agudo establecidas en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales DSM-5, y salvo excepciones culturales y personales, existen reacciones ESPERABLES que podemos tener estos días. Debemos comprender que son consecuencias de las grandes exigencias experimentadas para adaptarnos a la situación sanitaria, donde existe un claro riesgo implicado sobre nuestra salud y la de nuestros seres queridos. ¿Cuándo consultar con un profesional? Cuando las mismas lleguen a paralizar nuestros aspectos laborales, académicos, sociales y/u otras actividades significativas para nosotros.
REACCIONES ESPERABLES
– Aumento de emociones negativas y disminución de emociones positivas.
– Mayor susceptibilidad e irritabilidad.
– Comportamiento agresivo o imprudente.
– Mayor inquietud e impaciencia.
– Incertidumbre y preocupación.
– Expectativa reducida de futuro.
– Menor tolerancia hacia los demás y hacia nosotros mismos.
– Dificultad para conciliar el sueño o para mantenerlo durante toda la noche.
– Pesadillas.
– Necesidad de descansar más tiempo de lo habitual.
– Fatiga.
– Falta general de interés y dificultad para concentrarse.
– Dificultad para mantener hábitos saludables (de alimentación, higiene, ejercicios físicos).
– Preferir evitar interactuar con algunas personas o revivir algunas situaciones anteriores a la situación de cuarentena (por ejemplo: tareas del trabajo, tareas de estudio, hablar con compañeros, con vecinos, etc).
Es importante comprender que así como nos suceden a nosotros mismos , también les ocurren a las personas con las que convivimos y nos relacionamos. Con lo cual, debemos anticiparnos a que los demás tengan este tipo de comportamientos y entenderlo como algo «esperable» cuando así pase.
¿Qué podemos hacer mientras tanto, nosotros mismos, para sentirnos mejor?
A continuación les dejo algunas recomendaciones que apuntan a recobrar la sensación de control en nuestras vidas, disminuir los grados de ansiedad, metabolizar el estrés en nuestro cuerpo, favorecer una próspera adaptación a la situación de pandemia, entre otros posibles resultados saludables. En todos los casos, reitero que siempre y cuando el malestar sea superior y no alcancen estas estrategias de autocuidado biopsicosocial, sugiero consultar por orientación profesional.
RECOMENDACIONES
– Relajación:
Buscar actividades que nos relajen, y convertirlas en un hábito cotidiano. Desde la psicología promovemos numerosas técnicas de respiración, que se adaptan a diferentes personas, con distintas capacidades y discapacidades, estados de ansiedad y emocionales, (entre otras variables). Lo ideal es que todos identifiquemos qué cosas nos relajan, por ejemplo música, un aroma, un masaje, cantar, hacer ejercicios físicos, etc.
– Información:
Qué hacer: Informarnos acerca del coronavirus lo justo y necesario. Utilizar fuentes confiables y oficiales, como la información brindada por nuestro municipio, el Ministerio de Salud, la OMS. Consultarlas como MÁXIMO una vez por día. La clave es respondernos las siguientes preguntas: ¿Qué?¿Cómo?¿Cuándo?¿Cuántos?¿Dónde?¿Quiénes?¿Por qué? El resto de información puede dar lugar a especulaciones que nos generen ansiedad y por lo tanto malestar.
Qué no hacer: Difundir TODA INFORMACIÓN QUE NO PROVENGA DE ESTAS FUENTES OFICIALES , tales como: audios, videos, gráficos con estadísticas, cadenas de mensajes y publicaciones de personas cuya opinión o perspectiva puedan alarmarnos y generarnos incertidumbre y angustia.
– Nuestra comunicación :
CONCEPTO FUNDAMENTAL A TENER EN CUENTA : DEBEMOS ESTAR DISTANCIADOS FÍSICAMENTE, PERO COMO SOMOS SERES SOCIALES, NECESITAMOS ENCONTRAR LA FORMA DE MANTENERNOS CONECTADOS Y COMUNICADOS CON AQUELLAS PERSONAS QUE QUEREMOS.
– Poner en práctica la AYUDA:
Aprendamos a pedir: Comunicarnos con otras personas cada vez que necesitemos ayuda, por ejemplo, alimentos, ropa de abrigo, elementos de higiene, o realizar algún trámite que no podamos realizar.
Aprendamos a ofrecer: Comunicarnos con los demás para saber si ellos necesitan ayuda y si nosotros podemos colaborar con ellos. El ALTRUISMO (procurar el bienestar de los demás), tal como sostiene el Dr Manes, neurocientífico, libera en nuestro sistema nervioso una sustancia llamada DOPAMINA, la cual nos genera la sensación de PLACER. Es decir, que ayudar a los demás es satisfactorio tanto para los demás como para nosotros mismos.

– Organización familiar y convivencia :
Es indispensable regalarnos tiempo de calidad compartido con aquellas personas con las que convivimos, aprovechar el contexto de distanciamiento físico con aquellas personas con las que nos relacionamos puertas afuera de casa, y conectarnos con aquellas que vivimos puertas adentro: quizás para unirnos como familia, quizás para resolver conflictos que veníamos postergando en la rutina cotidiana, quizás para organizarnos en las actividades domésticas ahora que estamos pasando más tiempo en el mismo espacio: tareas de la casa, juegos, jardinería, pintura, películas, limpieza, ejercicios físicos, etc.
Otro desafío en estos tiempos es el de identificar cuáles son nuestras necesidades y comunicarlas al resto de la familia. Por ejemplo: estar un rato a solas, escuchar música, hacer determinadas lecturas sin interrupciones, etc.
Entendamos que cada uno de nosotros estamos esforzándonos por adaptarnos a la situación de pandemia, al distanciamiento físico, y a las necesidades y reacciones esperables que nos surgen a raíz de ella. Apoyemos a los demás.
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En cuanto a las tareas domésticas del hogar (limpiar, cocinar, etc) es fundamental que no recaigan en una sola persona, especialmente en estos tiempos donde se multiplican e intensifican. Todos debemos sostener nuestro ambiente hogareño. En cuanto a los adultos mayores, personas con discapacidades y los niños, niñas y adolescentes: debemos ayudarlos a identificar con qué tareas de la casa podrían cooperar, dentro de sus posibilidades.
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Desde otros ámbitos de la salud, también se aconseja alimentarse «saludablemente» (reduciendo azúcares y harinas), reducir al máximo el consumo de alcohol y tabaco, intentar proveerse suficientes horas de sueño, hidratarse con frecuencia durante el día (con agua , infusiones, caldos sin sal y frutas), hacer ejercicios físicos y mantener hábitos de higiene y otros oportunos para el cuidado de nuestra salud.
La clave: Pensamiento positivo
Es importante respondernos:
– ¿Qué posibilidades estoy obteniendo gracias a esta crisis?
– ¿Qué cosas me gustan de ella?
– ¿Para qué es buena?
Espero les hayan sido útiles estos conceptos y recomendaciones.
¡Un abrazo!
Lic. Sofía Gil
