Camino hacia una Gestión Ambiental posible

Publicado por Lic. Sofía Gil en

Hoy voy a hablarles de la importancia de considerar el aspecto psicológico en el éxito de la gestión ambiental. Me refiero cómo se relaciona con las emociones, los pensamientos y las conductas.

Es evidente que la gestión ambiental requiere una apertura profunda hacia diferentes disciplinas para generar un diagnóstico global y propuestas a medida que tiendan al éxito de la misma.

Una empresa puede imponer una política de segregación de residuos en origen (vidrio, plástico, cartón y papel, etc), pero quizás sus trabajadores no encuentren la motivación suficiente como para cumplirla y terminen por echar todos los residuos en un contenedor común cuando nadie los esté viendo.

Si bien es importante visibilizar con qué recursos contamos como punto de partida para trazar nuestras estrategias ambientales, de igual manera debemos monitorear y reforzar la motivación para adoptar estas medidas como hábitos, razón por la cual es indispensable el papel de la psicología ambiental. La motivación puede variar de una persona a otra, y es esperable que esto suceda: lo que puede ser un buen motivo para uno ( por ejemplo: adaptarse a la cultura organizacional de la empresa para la cual trabaja, tener una conveniencia económica, recibir el reconocimiento social, pertenecer al movimiento ambientalista moderno, etc), puede no serlo para otro.

Es importante conocer de qué manera las personas percibimos nuestro ambiente, el cual modificamos y nos condiciona, y con qué motivos y posibilidades psicológicas, económicas, sociales, tecnológicas, jurídicas, espaciales, y culturales contamos como para adoptar nuevos hábitos (y cuáles), que tiendan a incorporar conductas proambientales. Por poner un pequeñísimo ejemplo: ¿Qué razones tengo para ahorrar el uso de papel? y ¿Qué facilidades disponibles encuentro en mi entorno socioambiental inmediato como para hacerlo?.

A veces el fracaso en la gestión ambiental no radica en que el plan no se adapta a las personas , sino en que las personas no logran adaptarse al plan. Esto puede ejemplificarse de la siguiente manera: si optamos por usar una taza que está sucia, por más que bebamos agua esterilizada acabaremos por tomar agua sucia.

Ocurre muchas veces que la planificación que se logró es brillante, pero quienes deben emplearla y darle continuidad día tras día, tienen problemas relacionales o falta de coordinación y esto compromete su correcta aplicación y consecuentemente sus resultados. Esto ocurre cuando por ejemplo no existe un sentimiento de cohesión grupal, una determinada coordinación y sentido de pertenencia, roles claros para cada individuo y una comunicación fluida entre las personas que conviven en un mismo espacio y que comparten las mismas estrategias proambientales, entre otros motivos. Estas situaciones pueden observarse tanto dentro de nuestras casas como así también en los lugares públicos y no menos importante, en nuestros lugares de trabajo. Para la resolución de estos conflictos, entra en juego el papel de la Psicología Ambiental.

La psicología ambiental juega un papel clave necesario para que la gestión ambiental sea incorporada por las personas, ya que aborda: la percepción, la capacidad de adaptación, la gestión de emociones implicadas, la manera en la que debe generarse el aprendizaje, la tolerancia a la frustración, la motivación, el trabajo en equipo y la resolución de conflictos necesarias para implicarse en una gestión ambiental posible.

El éxito de una gestión ambiental no radica únicamente en que la planificación de sus estrategias se encuentren alineadas con las de aquellos países que son potencias mundiales, ni tampoco en lo ambicioso de sus progresivos resultados. Tampoco depende sólo de que sea económicamente viable ni técnicamente posible. El éxito dependerá, además, de que se haya podido poner la mirada en aquellos sujetos que la pondrán en práctica día tras día (empleados, jefes, proveedores, clientes, y todos los públicos involucrados).

Otro eslabón fundamental es el continuo monitoreo para la mejora continua, ya que así como las personas padecemos millones de variables que impactan en nuestra manera de pensar, de sentir y de actuar, quizás la gestión ambiental que comencemos hoy, resulte poco efectiva dentro de unos meses. El ambiente se encuentra en continuo cambio al igual que las personas que interactúan con él.

En síntesis: es importante que a la hora de planificar una gestión ambiental en un determinado espacio, se realice un análisis de ciertos aspectos de las personas que la implementarán, entre los cuales se encuentran los culturales, motivacionales, económicos, sociales, conductuales, axiológicos, y también los gustos, intereses, disponibilidades y experiencias pasadas, entre otros.

¡Un abrazo!

Lic. Sofía Gil

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